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Salmos 19

La gloria de Dios revelada en la creación

La Gloria de Dios Revelada en la Creación

Por Marco del Carpio
Paisaje que muestra la gloria de Dios en la creación
La gloria de Dios en la creación — imagen destacada.

Texto bíblico

«Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos.» (Salmo 19:1)

El Salmo 19 es uno de los textos más hermosos en los que David describe cómo la creación misma se convierte en un testimonio vivo de la gloria de Dios. Él afirma que los cielos —es decir, todo lo que está sobre nosotros: el sol, las estrellas, las nubes, la inmensidad del firmamento— son como un libro abierto donde se revela la grandeza del Creador.

Lo sorprendente es que este mensaje es silencioso, pero universal: no necesita palabras humanas para ser entendido. El verso 3 de este mismo salmo añade: «No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz». Y, sin embargo, todos pueden ver la obra de las manos de Dios. En Romanos 1:20, Pablo retoma esta idea cuando dice que las cosas invisibles de Dios —como su poder eterno y su divinidad— se hacen claramente visibles a través de lo creado.

Esto nos enseña algo fundamental: la creación no se adora a sí misma, sino que apunta al Autor. El sol no pide adoración, sino que refleja la gloria de quien lo colocó en su lugar. Cada amanecer, cada atardecer, cada estrella en el cielo es como una flecha señalando hacia Dios, invitándonos a la alabanza.


Reflexión personal

¿Cuántas veces nos levantamos tan ocupados, tan llenos de preocupaciones, que ni siquiera levantamos la vista al cielo? El ritmo de vida que llevamos nos encierra en cuatro paredes y nos roba la capacidad de asombro. Pero si hacemos una pausa, si simplemente levantamos los ojos y vemos las nubes moverse, el sol brillar, o escuchamos el canto de un ave, descubrimos un recordatorio silencioso: «Dios está aquí, Dios es grande, Dios es digno de alabanza».

Recuerdo una ocasión en que estaba abrumado por mis propias preocupaciones. Salí a caminar y, sin planearlo, vi un atardecer impresionante: el cielo teñido de naranja, rojo y violeta. En ese instante, sentí como si Dios me susurrara: «Mira, Yo sigo en control; mi gloria no cambia por tus problemas». Fue un momento en el que la creación se convirtió en un sermón para mi corazón.

La creación ya está alabando. Los ríos al fluir, los árboles al crecer, los pájaros al cantar… todo rinde testimonio. ¿Recuerdas ese hermoso y conocido himno que dice:

Señor, mi Dios, al contemplar los cielos,
el firmamento y las estrellas mil.
Al oír tu voz en los potentes truenos
y ver brillar al sol en su cenit.
Coro
Mi corazón entona la canción. ¡Cuán grande es Él! ¡Cuán grande es Él!
Mi corazón entona la canción. ¡Cuán grande es Él! ¡Cuán grande es Él!
Al recorrer los montes y los valles
y ver las bellas flores al pasar.
Al escuchar el canto de las aves
y el murmurar del claro manantial.

¡Cuán grande es Él! ¡Sí! Él sigue siendo grande en todo. La pregunta es: ¿nos uniremos nosotros a ese coro? Porque si toda la creación lo hace, ¿cómo callaríamos los que hemos recibido la salvación?


Aplicación práctica

Hoy quiero invitarte a practicar algo sencillo pero transformador:

  • Dedica 5 a 10 minutos de tu día a contemplar intencionalmente la naturaleza. No mires tu móvil, no pienses en cosas pendientes. Solo observa el cielo, un árbol, una flor, un río o lo que tengas cerca.
  • Mientras observas, repite en tu corazón: «Señor, en esto veo tu gloria».

Haz de esto un hábito: cada día busca al menos un detalle de la creación para recordar que tu Dios es grande y que merece tu alabanza. Al hacerlo, estarás entrenando tu corazón para alabar más allá de las palabras. Aprenderás a reconocer a Dios en los detalles diarios, y eso transformará tu manera de vivir.


Oración

Señor, gracias porque tu gloria se revela en lo que has creado. Perdóname por tantas veces que vivo con prisa y dejo de contemplar tu obra. Hoy abro mis ojos para ver tu grandeza en los cielos, en la tierra, en cada detalle que me rodea. Ayúdame a vivir con un corazón sensible, que no pase por alto tus huellas en la creación. Quiero unirme al canto silencioso del cielo y alabar tu nombre con gratitud. Amén.


En el amor de Cristo,

Marco del Carpio.

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